martes, 14 de febrero de 2012

RELATO IV.- UNA REUNION DE TUPERSEX MUY ABURRIDA


Isabel y Gema me insistieron en que las acompañase esa tarde a la reunión de “tuppersex” que tendría lugar en casa de Gema. Me convencieron cuando me insinuaron que sería bueno para mí ya que podría obtener nuevas clientas para mis servicios de masajes, e incluso que allí mismo podría amenizar la “merienda” con alguno de mis masajes parar demostrar las bondades de los aceites que Isabel y Gema llevan en su catálogo.




Eran las 17 h. y allí estaba yo, con mis utensilios necesarios para realizar un buen masaje. Toqué el timbre y subí al segundo piso, cuando entré ellas estaban sentadas en dos sofás, alrededor de una mesa de centro de madera de cerezo, Isabel, Gema, Verónica, Alicia y Susana . Susana la rubia me miró de abajo hacia arriba, son su cara morbosa y descarada, de tal manera que me intimidó muchísimo. Las saludé a todas, una por una, con dos besos y noté que el saludo de Susana habían sido dos besos más húmedos que el resto.


Me ofrecieron un café, al que acepté y siguieron con la conversación. Verónica se hizo hacia un lado y me dejó un huequecito entre ella y Alicia, invitándome a sentarme en medio, a lo que acepté con mi café en la mano. Isabel, seguía con su historia sobre algo que parecía muy divertido y desinhibido. Susana, sentada frente a mí, reía y simultáneamente me miraba haciéndome guiños insinuantes.



Cuando Gema rompió la conversación informal, puso la maleta sobre la mesa y la abrió para dejar paso a toda clase de artilugios, latex, cremas, aceites, disfraces… etc. Me levanté de mi sitio y me dispuse a preparar la “camilla” ocasional sobre la mesa del salón, para realizar una demostración de mis masajes.

Me dispuse a colocar un pequeño colchón sobre la mesa, aparté las sillas que rodeaban dicha mesa. Coloqué una sábana sobre el colchón, acomodé una almohada, encendí unas velas, dispuse el equipo con mi música especial para la ocasión, coloqué las toallas a disposición y a mano. Coloqué la mascarilla relajante en la nevera, etc…

Entré a la habitación que me habían prestado para cambiarme, me despojé de mi ropa, me duché y mientras me colocaba mi camiseta interior ceñida y mis slips, oía como reían y disfrutaban todas en el salón. Reían, chupaban, jugaban, cambiaban las pilas de un aparato a otro, insinuaban, probaban sobre la ropa,… subía la desinhibición. Cuando entré de nuevo en el salón, apenas me prestaron atención, mi presencia no les incomodaba.



Gema fue la primera en probarse un disfraz muy “picante” de diablesa. A lo que Verónica estaba loca por probarse el de enfermera. Cuando tuvo el permiso de Isabel, no dudó en desnudarse y colocárselo encima. Todas habían perdido ya muchas prendas de sus cuerpos y estaban “desparramadas” por los sofás. La enfermera (Verónica) quiso probar el estetoscopio (de imitación) con Alicia. A lo que ésta accedió, Verónica colocaba y colocaba de forma sensual el estetoscopio sobre el pecho de Alicia, le soplaba insinuante al estetoscopio con una boca semi-abierta y morbosa, se apreciaba mucha complicidad entre ambas. Verónica insistía que no se oía nada con el aparato y que había que aplicar directamente la oreja… no tardó mucho en poner la oreja en el pecho de Alicia y juguetonamente con su boca y lengua masajear el pezón de ésta. Alicia preguntaba… ¿estoy bien doctora? ¿estoy bien…?, creo que tengo mucha fiebre... uuuufffffff qué calor.


Entonces Gema insistió en que alguien probase el aceite de masaje de “menta”. Susana ni corta ni perezosa agarró el bote de aceite, se dirigió hacia mí y susurrándome en el oído me dijo “déjame bien relajada” y se despojó de su ropa. Allí estaba, delante de mí (con sus grandes pechos al aire), contoneándose con sus curvas voluptuosas y que provocaban grandes dosis de mareo: se tumbó sobre la improvisada camilla y se relajó. Previamente me había agarrado mi dura y gorda polla y susurró al oído “uuuuuhhhhhmmmmm”, rozando sus grandes pechos sobre mi torso arañándome con sus duros y erizados pezones.


Conecté la música, me unté las manos de aceite, apliqué éste en la espalda de Susana y de repente, las sillas que había apartado de la mesa, dispuestas en círculo alrededor de la mesa se llenaron de improvisados espectadoras con copas de cava en la mano, ligeras de ropa, disfrazadas, haciendo uso de juguetes, riendo, etc.

Alicia y Verónica seguían con sus juegos de médicos y enfermas en el sofá, utilizando los aparatos y las cremas, ya en unos niveles en los que el sonido de sus gemidos superaba los niveles de decibelios permitidos por la normativa del ayuntamiento…


Isabel y Gema sentadas en las sillas disfrutaban del buen ambiente, Gema se levantó con su copa de cava frío y roció un poquito por la entrepierna de Susana, quien estaba bocabajo recibiendo el masaje; se estremeció como una posesa, levantando la pelvis y gimiendo entre gozo, sorpresa, morbo y contraste de temperaturas. Gema dijo, “ Perdón, se me ha caído un poco, pero espera, espera que lo recojo yo”, y agachando su boca, comenzó a lamer el cava derramado sobre el clítoris. Mientras tanto yo me intentaba concentrar en aplicar un masaje en los glúteos y zona lumbar con mis dedos pulgares, mientras mis dedos índices y resto buscaban y masajeaban su pelvis.

Susana con un golpe de mano cogió mi polla fuertemente, apretándola cada vez más; por un momento creí que me la iba a partir¡¡¡¡



Isabel se levantó de su silla y cogiendo a Gema se dedicaron a comerse la boca entre ellas, a quitarse la ropa la una a la otra, a acariciarse sus pechos, a cogerse de los pelos fuertemente mientras se metían la lengua en el fondo de la laringe, jugaban con varios aparatitos que vibraban como si de un móvil recibiendo una llamada urgente se tratara.


Gema seguía aplicando con una de sus manos caricias a Susana, quien se dio la vuelta dejando mostrándome toda su grandeza y belleza.

Yo miraba atónito, incrédulo del espectáculo que estaba ocurriendo, de lo caliente que estaba y de no saber a qué parte del salón acudir para colaborar.

De pronto, sonó el timbre, Isabel habló por el telefonillo, era el marido de Isabel…   Isabel lo atendió y le pasó a la zona del sofá indicando que Juan estaba muy enfermo y necesitaba atención médica urgente, y donde Alicia y Verónica seguían con sus juegos. Alicia y Verónica dejaron de juegar entre ellas para dedicarse en exclusiva a atender a Juan. A quien desnudaron, y de pié frente a ellas mostraba su gran polla. Ellas chupaban como si de un rico helado se tratara, Alicia cogió uno de los juguetitos de pilas que comenzó a utilizar con Verónica, mientras ésta chupaba a Juan. Verónica, a veces sin aliento por el éxtasis dejaba de mojar la polla de Juan con su boca para poder respirar y tomar aliento. A lo que juan aprovechaba y utilizaba su lengua para mojar y dar placer a Alicia.

Mientras tanto, yo me encontraba de pie, frente a Susana, con mi polla en su boca, caliente y húmeda, con una frecuencia de lubricación que muchos “pistones” de motores quisieran para ellos.

Gema se apartó y cogiendo mi polla me la colocó sobre la depilada entrepierna de Susana y diciéndome “fóllala”, para ella mordisquear los pezones erizados y meter sus dedos en la boca de Susana...

Creo que no me queda tinta en la impresora, así que mi relato (historia real por otro lado) la tengo que dejar aquí.  Terminaré mi historia cuando compre cartuchos de tinta... jeje ejeje


2 comentarios:

Tupersex Madrid dijo...

Divertidísima, me ha encantado. Estoy peor que una plancha ahora mismo!

Utópica dijo...

Chico, tu vida debe ser para escribir un libro entero.
Al-Andalus, tus reuniones de tupersex no son tan entretenidas, jajaja.

Gracias de nuevo Enric.